nna (voz en la versión original de Kristen Bell (Movie 43, Paso de ti)), una optimista y valiente chica, se embarca en un viaje épico en el que hará equipo con Kristoff, un audaz hombre de montaña (voz de Jonathan Groff (La Conspiración, Destino: Woodstock)), y su fiel reno Sven, para encontrar a su hermana Elsa (voz de India Menzel (Rent, Encantada: La historia de Giselle)), cuyos poderes de hielo han atrapado al reino de Arendelle en un invierno eterno. Se encontrarán con situaciones extremas, duendes místicos y un muñeco de nieve muy divertido llamado Olaf (voz de Josh Gad (Los becarios, Jobs)). Juntos lucharán contra los elementos para salvar el reino. ¿Conseguirán los personajes salvar Arendelle? ¿O las gélidas temperaturas podrán con ellos?
El largometraje número sesenta y cuatro de animación de la factoría Disney nace bajo el auspicio de ser la segunda adaptación que la empresa del ratón hace de un cuento infantil de Hans Christian Anderson, “La reina de las nieves” publicado en 1845 (la primera fue la célebre “La sirenita” 1989). Tras una serie de problemas con la adaptación, que vienen desde el año 2002 y que surgen porque no convence la historia que se plasma en la película, por fin el guión escrito a seis manos por el debutante Shane Morris y los también directores de la cinta Jennifer Lee (guión de Rompe Ralph!!) y Chris Buck (Tarzán, Locos por el surf) es aprobado.
A riesgo de parecer arriesgado, Frozen, el reino de hielo es la mejor película de la factoría Disney (obviando las colaboraciones con Pixar) de los últimos quince años. Tanto en su factura técnica (impecables los reflejos y la inmersión que se hace del 3D en el hielo), como en su parte artística, es una película que tiene todo lo que se puede esperar de una película Disney cuando uno se sienta en la butaca para ver con los más pequeños (y no tan pequeños). Tiene luchas, aventuras (atención al guiño a los personajes Marvel que hace), es divertida, tiene romance, tiene magia, evoca al niño que tenemos dentro, tiene canciones espectaculares (algo que Disney tenía completamente olvidado) y por supuesto cuenta con un personaje absolutamente cautivador y carismático como es el del muñeco de nieve Olaf (que seguramente se encargarán, mucho y bien, de explotar en muñecos y subpelículas…).
En definitiva, Frozen es mucho más de lo que se podría esperar, a priori, de una factoría Disney que ha estado sobreviviendo gracias a los réditos de Pixar. Es una gran apuesta infantil para estas navidades y es la vuelta de la empresa de Mickey Mouse a la parte noble de las películas infantiles. Muy recomendable para todo tipo de públicos.
